Con gafas de pasta negra, una sudadera con capucha y en mallas. Así fue la primera salida de Anna Sorokin de su nueva casa, un apartamento sin ascensor en el quinto piso de un edificio del East Village de Manhattan. Igual no saben quién es Anna. Pero en EE UU la conocen muy bien: es la estafadora que engañó a la alta sociedad neoyorquina haciéndose pasar por una rica heredera alemana y pidiéndoles que invirtieran en una galería de arte que era algo así como el cuento de la lechera.
Netflix le dedicó este año uno de sus estrenos más sonados: la miniserie que se titulaba precisamente '¿Quién es Anna?' En ella se contaba como Anna, Delvey decía que se apellidaba, se convirtió en una estrella de Instagram y robó el corazón de la élite de Nueva York hasta conseguir estafarles cantidades obscenas de dinero.
Esta ladrona de guante blanco no tuvo freno hasta fue arrestada el 3 de octubre de 2017 en Los Ángeles. En 2019, un tribunal la encontró culpable de haber 'sableado' a bancos y hoteles de lujo más de 200.000 dólares y de robar un avión privado. Aunque, en realidad, el dinero con el que jugó era mucho más: solo a su examiga Rachel DeLoache le dejó una deuda de 62.000 dólares tras unas vacaciones en Marruecos.
También convenció al City Nacional Bank para que le concediese un préstamo de 100.000 dólares, falsificó documentación bancaria y se inventó la figura de un supuesto asesor financiero para gestionar un préstamo de 22 millones de dólares destinado a costear la Fundación Anna Delvey, aunque no llegó a hacerse efectivo.
Sorokin es audaz, inteligente y talentosa. Se las daba de niña rica, pero en realidad sus orígenes eran mucho más humildes. Nació en 1991 en la Unión Soviética. Su padre era instalador de calefacciones y su madre tendera. Emigraron a un suburbio a las afueras de Colonia, en Alemania, en 2007 en busca de una vida mejor.
Estudiar arte en Londres
Ella no se adaptó, pero consiguió que su padres le pagaran la matrícula en la Escuela Saint Martins de Londres para estudiar Arte, aunque lo dejó enseguida. Luego, se mudó a París, donde consiguió una beca en la revista de moda, 'Purple'. Fue ahí, en la capital francesa, donde empezó a construir su nueva biografía y se cambió el apellido. Convenció a sus jefes para que la mandaran a cubrir la Semana de la Moda de Nueva York y su persuasión hizo que, además, la convirtieran en corresponsal.
Ahí empezó su gran carrera de timadora. Su lista de víctimas es larga: Gabriel Calatrava, el hijo del arquitecto valenciano, el actor Macaulay Culkin, el cocinero Daniel Rose.... Ha pasado dos veces por la cárcel, donde se ha empleado en dibujar y pintar.
En 2021 salió en libertad condicional tras cumplir dos años de pena por sus engaños y se entregó de nuevo a las redes sociales. Cuatro semanas después, volvió al Correccional del Condado de Orange en Goshen, esta vez por no tener los papeles en regla. En realidad, podía elegir entre la deportación a Alemania o quedarse entre rejas. Y eligió lo último, un giro más de su historia que alimenta el mito y muestra que, quizá, la primera estafada por sus invenciones es ella misma.
Ahora un juez, Charles R. Conroy, le ha concedido el arresto domiciliario porque no es, al parecer, un peligro para la comunidad. Eso sí: debe llevar una tobillera para controlar sus movimientos y mantenerse alejada de Instagram, Twitter, Facebook, Tik Tok... La decisión no es firme. El departamento de Seguridad Nacional de EE UU tiene 30 días para apelar. Pero mientras decide si lo hace o no, Sorokin -que además de un abogado, también tiene representante- ya vuelve a estar en las páginas de los periódicos y a dar titulares.